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Érebo
La música de este quinteto es claramente temática y conjuga fragmentos altamente cromáticos con otros de un profundo lirismo.
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AC334
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La música de este quinteto es claramente temática y conjuga fragmentos altamente cromáticos con otros de un profundo lirismo.
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Época | Siglo XX |
Subtítulos / Partes | I.Érebo (molto sostenuto) - II.Titans versus Zeus (deciso) - III.Caronte (dolente) |
Instrumentos | fl.ob.cl.cor.fg. |
Páginas | 26 |
Duración | 12 min. |
Contenido | Partitura y partes |
ISMN | 979-0-3502-0818-8 |
Edición | Papel |
Érebo es una figura de la mitología griega, la cual solamente aparece como personaje físico en la obra Teogonía de Hesíodo, en la que representa la personificación de las tinieblas infernales.
La obra, de una duración aproximada de doce minutos, quiere ser pues, programática, a la manera que estuvo tan en boga con Listz, Berlioz o R. Strauss, o incluso Vivaldi con sus celebérrimas Cuatro Estaciones, en cuya partitura escribe todo lo que quiere describir.
Si hay un instrumento preponderante en esta obra es el clarinete al que le ha tocado representar los papeles principales de Érebo en el primer tiempo y de Caronte en el tercero. En este último tiempo cada instrumento juega su rol; en él aparecen paulatinamente, el fagot como lamento de las almas, la flauta como el rio Estigia y finalmente el oboe y la trompa representando los remeros de la barca de Caronte.
En esta obra el aspecto vertical juega un papel más secundario, aunque controlado en función de dar el protagonismo a las líneas contrapuntísticas, verdaderas conductoras del discurso musical. Efectivamente, tanto el primer como el tercer tiempo tienen un marcado estilo contrapuntístico en contraste con el segundo, Titans versus Zeus, donde me interesaba poner de relieve un carácter mucho más rítmico e intenso.
La música de este quinteto es claramente temática y conjuga fragmentos altamente cromáticos con otros de un profundo lirismo.
Al final de la obra he querido rendir homenaje a uno de mis más admirados compositores, H. Purcell, ya que los cuatro últimos compases están inspirados en el final de su obra más emblemática, Dido i Eneas.
Carles M. Eroles