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Impromptu núm. 9a
Sin ser una obra de virtuosismo, la exigencia es notable. La primera parte del Impromptu núm. 9a de F. Fleta Polo crea un clima harmónico inquietante y presenta muchos cromatismos. La segunda parte, contrariamente, es muy rítmica y presenta un elemento de movimiento perpetuo que define el carácter intenso y enérgico de la obra.
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DS012
Sin ser una obra de virtuosismo, la exigencia es notable. La primera parte del Impromptu núm. 9a de F. Fleta Polo crea un clima harmónico inquietante y presenta muchos cromatismos. La segunda parte, contrariamente, es muy rítmica y presenta un elemento de movimiento perpetuo que define el carácter intenso y enérgico de la obra.
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Disponible el:
Época | s. XX |
Instrumentos | cl.pno. |
Páginas | 20 |
Duración | 8 min. |
Contenido | partitura + parte |
ISMN | 979-0-3502-0712-9 |
Precio edición impresa | 13€ |
Edición | Digital |
En la extensa producción para cámara de Francisco Fleta Polo hay distintas obras tituladas Capricho, Impromptu o Fantasía y todas ellas responden a la misma motivación: estar escritas de un solo trazo, según surgen, sin otra pretensión que la de dar salida a aquella necesidad que tiene el autor que de hacer música para la combinación instrumental que tiene más cerca y, ante todo, para dar satisfacción a los músicos a quién está dedicada.
La mayor parte de los más de veinte impromptus del catálogo de Fleta están dedicados a instrumentos de cuerda pero, en este caso, el protagonista principal es el clarinete. El trabajo de cámara, pero, es prioritario y el músico que está al piano también nota con creces que la obra ha sido pensada para que ambos intérpretes disfruten de la música. Piano y clarinete dialogan y mezclan sus voces en un “momento musical” agradable y de espíritu alegre. El tratamiento de los dos instrumentos es de igual a igual, sin dejar que ninguno de ellos adquiera el papel de solista, a pesar de que hay una cierta intención concertante en algunos pasajes en los que se permite el lucimiento del clarinete. Sin ser una obra de virtuosismo, la exigencia es notable. La primera parte de la obra —que se inicia con el clarinete solo— crea un clima harmónico inquietante y presenta muchos cromatismos. La segunda parte, contrariamente, es muy rítmica y presenta un elemento de movimiento perpetuo que define el carácter intenso y enérgico de la obra.
David Puertas