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Quartet 1994 [partes]
No se trata de una obra ligera ni fácil, sino de una partitura compleja que, a pesar de tener una audición sin esfuerzo, transmite una agradable sensación de placer intelectual que solamente encontramos en obras que tienen algo que decirnos.
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DE561p
No se trata de una obra ligera ni fácil, sino de una partitura compleja que, a pesar de tener una audición sin esfuerzo, transmite una agradable sensación de placer intelectual que solamente encontramos en obras que tienen algo que decirnos.
Disponible el:
Época | s. XX |
Instrumentos | vl.vla.vc.pno. |
Páginas | 66 |
Duración | 30 min |
Contenido | partes |
ISMN | 979-0-3502-0589-7 |
Observaciones | La partitura se vende aparte con la referencia E561 |
Precio edición impresa | 20,80€ |
Edición | Digital |
Estamos ante una obra de dimensiones considerables -cerca de media hora de música- y de contenido profundo. No se trata de una obra ligera ni fácil, sino de una partitura compleja que, a pesar de tener una audición sin esfuerzo, transmite una agradable sensación de placer intelectual que solamente encontramos en obras que tienen algo que decirnos. A pesar de que el propio autor ha comentado en repetidas ocasiones que hay que tener mucho valor para componer música después de lo que escribieron los clásicos, en esta partitura nos damos cuenta que Fleta sí que tiene cosas por decir, y las expresa con este lenguaje tan personal que lo hace inconfundible.
La obra escrita en cuatro movimientos, se inicia con un pasaje en forma de fuga que, lejos de quedarse en un ejercicio técnico, nos sitúa en el ambiente que es respirará a lo largo de toda la obra: serenidad, equilibrio y buen gusto. Es destacable el final de la fuga, la parte de los strettos, tratada con un ostinato en semicorcheas de gran efecto. La parte central del movimiento es un canto de los instrumentos de cuerda con un piano puramente acompañante, y la reposición del tema nos conduce a un impactante y enérgico final en pizzicato.
El segundo movimiento se caracteriza por los cambios constantes de compás, hecho que no dificulta en ningún momento el desarrollo de la música, sino todo lo contrario, con un dominio exquisito para trasladar las melodías de un instrumento a otro con tota naturalidad. El final, de gran dificultad técnica, también queda resuelto con un pizzicato, pero esta vez en pianissimo.
El tercer movimiento empieza con una introducción del piano que pronto tiene el apoyo del violín quien toma el protagonismo. Sin permitir que asuma el papel de solista, las otras cuerdas le acompañan hasta que la viola emprende el tema inicial. El final de nuevo es protagonizado por el violín con una melodía que es pierde en la nada.
El último movimiento, el más extenso de los cuatro, es rítmico y juguetón y vuelve a exigir de los intérpretes un profundo trabajo de cámara y finaliza con un fragmento dominado por semicorcheas a tutti i una Coda brillante.
David Puertas