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Two pieces for string orchestra
Las Two pieces for string orchestra tienen el encanto propio del lenguaje de Agustí Borgunyó: sencillez, frescura, elegancia y comunicación directa sin ningún interés especulativo, amb un aire mediterráneo muy presente desde el primer compás.
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Las Two pieces for string orchestra tienen el encanto propio del lenguaje de Agustí Borgunyó: sencillez, frescura, elegancia y comunicación directa sin ningún interés especulativo, amb un aire mediterráneo muy presente desde el primer compás.
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Disponible el:
Época | Siglo XX |
Instrumentos | Orquesta de cuerda |
Páginas | 22 |
Duración | 9 min. |
Contenido | Partitura |
ISMN | 979-0-3502-0710-5 |
Observaciones | Las partes están disponibles en régimen de alquiler. Contacte con el editor (info@clivis.cat). |
Edición | Papel |
El trabajo que realizaba Agustí Borgunyó en Estados Unidos como arreglista, orquestador y compositor de estudio le obligó a escribir principalmente para gran orquesta, pero para él nunca dejó de componer la música que él prefería. De regreso a Catalunya, no se llevó ninguna de las obras escritas para los estudios de radio ni los arreglos que había firmado, pero sí que trajo consigo las más de 300 obras que había compuesto libremente, todas aquéllas que no estaban ligadas a encargos profesionales. El legado —depositado en el Archivo Histórico de Sabadell— incluye más de 30 obres para piano solo, decenas de obras corales, más de 100 canciones para voz y piano, un centenar largo de sardanas, media docena de obras de cámara, una opereta, dos ballets y una docena de obras para orquesta entre las cuales se encuentra las Dos piezas para orquesta de cuerda.
Las Two pieces for string orchestra –tal como consta en su manuscrito, fueron compuestas en el año 1946 —durante la época en que Borgunyó fue director musical de la National Broadcasting Symphony Orchestra— i, a pesar de ser dos obres breves, tienen el encanto propio del lenguaje de Borgunyó: sencillez, frescura, elegancia y comunicación directa sin ningún interés especulativo, amb un aire mediterráneo muy presente desde el primer compás. La primera pieza —Adagio— es un canto íntimo, suave y tierno, casi religioso. La segunda —Allegro—, contrariamente, es una danza rítmica i enérgica, también a ritmo ternario, pero aquí con un carácter que juega con la instrumentación de forma brillante y original. La parte central de la obra —Meno mosso— recuerda el carácter contemplativo del Adagio, después del cual se reinicia la danza frenética inicial que no se abandona hasta un final ciertamente sorprendente.
David Puertas