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Simfonia catalana
La Simfonia catalana de Ricard Lamote de Grignon es una obra grandiosa, de unos 40 minutos de duración, estructurada en cuatro movimientos, con una instrumentación generosa ya la vez llena de detalles.
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La Simfonia catalana de Ricard Lamote de Grignon es una obra grandiosa, de unos 40 minutos de duración, estructurada en cuatro movimientos, con una instrumentación generosa ya la vez llena de detalles.
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Disponible el:
Época | s. XX |
Subtítulos / Partes | I.Moderato-Allegro - II.Molto adagio - III.Prestísimo - IV.Allegro vivo-Allegro maestoso |
Instrumentos | 3[1.2.3/pic] 323 - 4331 - timp+perc - 2arp (2nd ad lib) cel - archi |
Páginas | 124 |
Duración | 40 min. |
Contenido | partitura |
ISMN | 979-0-3502-0767-9 |
Observaciones | Las partes están disponibles en régimen de alquiler. Contacte con el editor (info@clivis.cat). |
Precio edición impresa | 41,60€ |
Orquestas | si |
Edición | Digital |
La primera obra de grandes dimensiones que se planteó plenamente Ricard Lamote de Grignon después de la etapa valenciana fue la Sinfonía Catalana, lista según consta en el manuscrito entre los meses de mayo y julio de 1950, y dedicada al Marqués de Lozoya.
Según el mismo autor: «Es una obra de arquitectura clásica, de amplias proporciones, su contenido es netamente romántico. Presenta desde el principio hasta el final una ininterrumpida línea melódica, más o menos derivada de nuestra lírica popular, que da origen, especialmente en el cuarto movimiento, a las más variadas combinaciones contrapuntísticas. El tema coral que inicia la sinfonía expuesto por trombones, después de aparecer notablemente transformado en múltiples páginas, adquiere el máximo relieve en los últimos compases de la obra, al ser entonado por la voz brillante del metal claro, en luminoso rayo sonoro».
Se trata, efectivamente, de una obra grandiosa, de unos 40 minutos de duración, estructurada en cuatro movimientos, con una instrumentación generosa ya la vez llena de detalles. El nombre de “catalana” se justifica por el caracter de algunos momentos de la obra, de un color propiamente catalán, i por las citas de música popular del último movimiento. Las melodías se desarrollan de una forma muy original, nada previsible, y destacan tanto la presencia de armonía modal como una riqueza contrapuntística brillante.
En la documentación consultada constan tres interpretaciones de la obra con el propio compositor en el podio; el estreno de la Sinfonía Catalana se celebró en el Palau de la Música Catalana el 26 de octubre de 1956. La segunda audición fue el 16 de diciembre de ese mismo año y, la tercera, el 11 de junio de 1961. Al día siguiente del estreno, Zanni firmaba en La Vanguardia una crítica donde se podía leer: «La Sinfonía no causa un momento de fatiga. Lejos de ello, se impone siempre a la atención y, desde luego, a la aprobación. Ricardo Lamote, que la dirigio con cariño y pericia, y la orquesta, impecable en su nada fácil labor, escucharon sostenidos y calurosos aplausos». Receintemente ha sido interpretada en tres ocasiones más, dos en al año 1998 y otra en 2010, bajo la batuta de Salvador Brotons.
David Puertas