Tres poemes 2013

Jesús de Nazaret, una ópera/oratorio, iniciada en 1974 con constantes y sucesivas adiciones, a la que Agustí Bruach¹ se refirió como “gran comentario evangélico de tipo musical”, y que podríamos calificar también de drama litúrgico. La figura de Jesús que le inspira, trasciende sin embargo los evangelios y esta obra lo atestigua, ya que el segundo de ellos –Paisaje con la Huída a Egipto– está basado en un grabado de Rembrandt y el tercero –Encuentro de Jesús con su Madre– en una escena que ni siquiera se encuentra en los evangelios, sino en las visiones de la mística Ana Catalina Emmerick.
La orquesta que utiliza Soler en este caso es muy sencilla, y la escritura casi camerística, en muchos pasajes aporta la atmósfera íntima que el compositor busca, con apariciones puntuales de una reducida percusión, cosa que no es así en otros momentos de Jesús de Nazaret. En el preludio predomina el tempo lento y las indicaciones de pianissimo –con contadas excepciones de fortissimo que aparecen como breves y violentas convulsiones– cosa que también sucede en los dos siguientes movimientos.
Destaca la presencia del órgano, como es cada vez más habitual en su obra: en ello hay que leer no un carácter eclesiástico sino simbólico, que remite a un espacio sagrado y aconfesional, actuando como un personaje meditativo frente al desarrollo escénico-trágico de Jesús, aquél que anuncia la llegada del Reino de Dios, pero en su lugar llega la Iglesia. Esa misma necesidad dramática lleva al compositor a utilizar, en alguna ocasión, tesituras tan poco frecuentes como un re agudo (escrito) con la indicación de fortissimo en las trompas; su difi cultad, aunque importante, no supera la que demanda Strauss hacia el final de La Leyenda de José, de cuyo estreno se cumplen cien años.

1. BRUACH, Agustí. Las óperas de Josep Soler. Alpuerto. Madrid, 1999, p.75

Diego Civilotti García