Sonata en do menor

Joaquim Salvat (Barcelona 1900- 1938) es un de los muchos compositores catalanes que, en los últimos años, estamos redescubriendo. Murió joven y por eso su producción no es muy abundante —unas veinte canciones, algunas obras de cámara y una única pieza sinfónica— pero un aire novecentista y el legado del modernismo están muy presentes en su música. Este elemento de autenticidad no es habitual en otros autores de su época que buscaron la inspiración en estéticas más alejadas. Sus obras son comparables a las de Manuel Blancafort, Enric Morera, Eduard Toldrà o los Lamote de Grignon, autores plenamente contemporáneos de Salvat y que también imprimieron este carácter catalán y lleno de elegancia a sus obras. Si alguna vez han sido criticados ha sido, precisamente, por eso: por anteponer la elegancia, el buen gusto y la corrección formal y armónica por sobre de la expresividad o la búsqueda de nuevos caminos.
La Sonata per a piano en do menor, responde a este modelo y es, desde el punto de vista estético, poco arriesgada, pero de una brillantez y belleza incuestionables. El primer movimiento arranca con un tema que bien podría servir para una sardana: rítmico, binario, penetrante, y con un dibujo melódico que entronca directamente con nuestro patrimonio musical de raíz popular. El segundo movimiento empieza con una serie de acordes verticales que sirven de introducción a una canción sin palabras que también parece prestada del cancionero popular y que se presenta acompañada de diversos recursos, algunos de ellos de gran originalidad y efecto. El tercer movimiento es una página trepidante y rítmica, llena de energía y virtuosismo basada en la fórmula rítmica que ya se presenta en el primer compás y que se repite hasta el final de la obra con momentos verdaderamente espectaculares.

David Puertas