Preludis ambulants

A pesar de la dureza con que Josep Cercós juzgaba y trataba su obra, a lo largo de su vida se hará acompañar de algunas realizaciones que mantendrá vivas y que nunca dejará de revisar. En esta categoría, y en lugar destacadísimo -favorecido sin duda por la circunstancia de haber estado coreografiadas por las bailarinas Marina Noreg y Carme Calvet-, se encuentran los Preludis ambulants (1954), con los que parece consolidar la madurez de su lenguaje y, al mismo tiempo, tierna e irónicamente se despide de todo lo que lo rodeaba durante su juventud. En esta obra se manifiestan algunos de los aspectos estilísticos más característicos de Cercós: armonía densa y rica, escritura contrapuntística, recurrencia a temas de carácter naíf y reiteración de figuraciones rítmicas; todo ello presidido por una gran ambición expresiva, así como por un tierno y mordaz sentido del humor.