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Sonata (1952) Moments musicals
La Sonata para viola y piano tiene un impulso rítmico constante, el gusto por las melodías largas y amplias, por los acompañamientos cromáticos, por su riqueza contrapuntística, sus giros impresionistas, el perfeccionismo en la estructura y la utilización de la máxima tesitura y la variedad de recursos y sonoridades que permiten los instrumentos, acentuando al máximo en este caso los de la viola.
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E296
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La Sonata para viola y piano tiene un impulso rítmico constante, el gusto por las melodías largas y amplias, por los acompañamientos cromáticos, por su riqueza contrapuntística, sus giros impresionistas, el perfeccionismo en la estructura y la utilización de la máxima tesitura y la variedad de recursos y sonoridades que permiten los instrumentos, acentuando al máximo en este caso los de la viola.
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Disponible el:
Época | s. XX |
Subtítulos / Partes | Romança - Scherzo - III |
Instrumentos | vla.pno. |
Páginas | 52 |
Duración | 16 min |
Contenido | Partitura y parte |
ISMN | 979-0-3502-0569-9 |
Edición | Papel |
Lluís Benejam compuso a lo largo de su carrera cinco sonatas, todas para (a) instrumento solista y piano. Las tres primeras fueron escritas durante los años cincuenta en Barcelona y dedicadas al violín, a la viola y al violonchelo respectivamente. Las dos últimas, compuestas en Birmingham, Alabama, están dedicadas nuevamente al violín (1959) y al saxofón (1964).
La Sonata para viola y piano, subtitulada Momentos musicales, fue compuesta en 1952, poco después de la primera sonata para violín, del primer quinteto y también de la primera obra para orquestaa de cuerda. A pesar de tratarse de las obras con las que se inició en su carrera como compositor, no podemos olvidar que Benejam ya tenía 37 años y una gran experiencia como intérprete y director. Su conocimiento profundo de los instrumentos, muy especialmente de los de cuerda, influyó en que sus obras fueran rápidamente aceptadas y apreciadas por los intérpretes. Los rasgos básicos de su lenguaje se vislumbran ya en esta partitura, destacando un impulso rítmico constante, el gusto por las melodías largas y amplias, por los acompañamientos cromáticos, por su riqueza contrapuntística, sus giros impresionistas, el perfeccionismo en la estructura y la utilización de la máxima tesitura y la variedad de recursos y sonoridades que permiten los instrumentos, acentuando al máximo en este caso los de la viola. La obra consta de tres partes: una Romanza inicial donde la viola desarrolla todo su potencial expresivo, un Scherzo juguetón donde se exije la máxima coordinación camerística, y un movimiento final que no pierde, ni siquiera en un solo compás, este ritmo mediterráneo inherente a la música de Benejam, característica que está en toda su producción.
David Puertas